La Teoría Funcionalista crea un ADN propio
que con el avance de las TIC puede juntar a grupos con características similares
y reunirlos.
Esa misma técnica en
su segunda etapa puede masificar
a sus integrantes.
No se conoce que consecuencias podría lograr si
utilizando esos TIC su aplicación fuese a una gran masa.
![Resultado de imagen para teoria funcionalista de la comunicación de masas lazarsfeld y merton](https://image.slidesharecdn.com/funcionalismo-120508220308-phpapp02/95/funcionalismo-9-728.jpg?cb=1336514666)
En la carrera de las
ciencias sociales por incorporar conceptos de las ciencias duras, muy pronto se
dieron cuenta de que el esquema matemático Estímulo – Respuesta (teoría
Hipodérmica) era insuficiente para explicar los comportamientos sociales.
Los sociólogos se acercaron entonces más a la biología, la botánica, la zoología, la química,
que a
las matemáticas. Funcionalismo deriva de función: ¿para qué sirven los medios masivos? Esa función se define en
relación a una sociedad, a un sistema dentro del cual los medios son
"funcionales"
Su base ideológica es concebir a la sociedad como un sistema natural o un cuerpo orgánico. Así como las ciencias biológicas conciben a los órganos de un cuerpo a partir de sus funciones y disfunciones, sus posibilidades de crecimiento y los "virus" o agentes exógenos que atentan contra él, las ciencias sociales conciben a la sociedad como una estructura que debe permanecer "sana", debe progresar, evolucionar y crecer.
Modelo de Lazarsfeld: los líderes de opinión
Es decir, estos teóricos descartarán toda posibilidad de cambio radical o alteración de la estructura social. Son conservadores de lo que está. Admiten cambios tecnológicos y mejoras, siempre y cuando estos no modifiquen la base de las relaciones sociales.
Todo movimiento social nuevo, diferente, con intenciones de cambio, será relegando la condición de "virus" que atenta contra la estabilidad del sistema o cuerpo social. Consideran también que la información no es igual frente a un grupo de receptores que otro. Ya que cada receptor encontrará características propias, únicas y “funcionales” para su utilización.
Es con el funcionalismo, desarrollado especialmente en Estados Unidos, entre mediados de la década del '40 y mediados de la del '50, cuando aparecen las primeras investigaciones especializadas en comunicación. Por eso también se la llama “Communication research”. Son estos teóricos los que acuñaron el término de “mass media”, o simplemente los media, para denominar a todo el sistema de los medios masivos y su nueva cultura.
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La primera característica que definen a estas investigaciones frente a un mensaje es ¿para qué debería servir este mensaje? y luego, una vez determinada esa función, evalúan si el mensaje cumple o no con la función asignada. Por lo tanto, aquí son importantes dos cosas.
1- La evaluación ideológica de la intención de ese mensaje: si es positivo para el sistema, si es inocuo o si puede alterar en algo al sistema social. Es decir si ese mensaje será funcional o disfuncional para el momento actual que vive la sociedad.
2-Si el mensaje ha sido eficiente a la hora de cumplir esa función. Muchas veces se la ha acusado a la publicidad, por ejemplo, de ser poco educativa o imponer valores "disfuncionales" (plantear modelos sociales que perjudican a los receptores) La respuesta de los creativos y responsables publicitarios frente a esta acusación ha sido siempre la ratificación de que la única "función" del mensaje publicitario es vender.
Supongamos un programa de televisión del género "entretenimiento" donde participan jóvenes que deben disfrazarse y atravesar toda clase de situaciones ridículas y grotescas para ganar un premio.
El programa puede resultar funcional según algunos tipos de parámetros: sirve como programa de entretenimientos, los chicos participan, la gente lo ve. Pero puede, a su vez, convertirse en disfuncional, según otros parámetros. Si evaluamos su aporte educativo, por ejemplo, ya que en lugar de incentivar juegos de destrezas y conocimientos se centra en premiar la burla hacia otros y la grosería.
El plano manifiesto sería el sentido definido por el mismo mensaje, en nuestro caso, el plano manifiesto era el expresado por el mismo programa: se pretende entretener.
El efecto latente, en cambio, es aquel que, más allá de lo que se percibe "a simple vista", puede intuirse que hará mella en la gente en el nivel de los sentimientos más profundos como las sensaciones, y lo inconsciente.
Piense en el planteo de las publicidades de centros para adelgazar. Suelen ser agresivas para con la persona obesa, con imágenes de chicas frente al espejo que sienten vergüenza de sí misma. Este tipo de mensajes será funcional desde lo manifiesto para los emisores, si logran vender su sistema para adelgazar a mucha gente. Pero su contenido será disfuncional desde lo latente, para un grupo específico: el de las mujeres que se sienten agredidas y cuyo efecto puede ser contraproducente, contribuir a la anorexia, fomentar la depresión, etc. El tipo de transmisión comercial será efectiva, pero no así su contenido cultural.
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También aquí, más allá de lo esquemático del análisis, ya no se piensa en una respuesta única y homogénea por parte de todo el público. Hay subdivisiones, grupos que pueden reaccionar de distintas maneras. No hay un solo público, sino varios.
Algunos contenidos se dirigen a toda la sociedad: una
campaña política presidencial, por ejemplo, otros contenidos se orientan a
grupos mayoritarios como los programas de televisión que pretenden tener un
público masivo. También hay mensajes más selectos, dirigidos a grupos
específicos, por ejemplo en el caso del primer programa mencionado, dirigido a
jóvenes que quieren viajar a Bariloche. En ambos casos se busca que el receptor
tome una decisión y realice una suma algebraica de valores y desvalores, hasta
llegar a la síntesis funcional.
Otros mensajes están directamente
enfocados hacia la intimidad de una persona, a partir de recursos en los cuales
el receptor se siente afectado o tocado directa y personalmente por el mensaje.
Se trata de emisiones con mucha carga latente, que pueden dirigirse a varios, pero
no como grupo, sino como individuos. Se encaran directamente hacia una persona
y por esos su efecto es mayor. Por ejemplo los programas de “Talk Show” en los que se
hace permanente alusión: "este que está aquí podría ser tu hijo"
"póngase Ud. en su lugar"
"a Ud. también le puede pasar", etc.
Los funcionalistas están a favor de la conservación
del sistema del sistema social tal como esta,
es decir, acuerdan con la estructura capitalista y el predominio tecnológico
que implica una clara supremacía (económica, pero también comunicativa) de
unos países sobre otros. Sin embargo estos teóricos reconocen algunas funciones
"negativas" de los medios masivos y los avances tecnológicos".
Los funcionalistas sabían
que la tecnología daría lugar al nacimiento de barrios pobres y marginados,
personas desocupadas y excluidas. Pero creían que este era un mal necesario que
el mismo sistema sería capaz de ir resolviendo y erradicando. Algo similar a
los que sucede en la biología cuando un organismo cualquiera re absorbe espontáneamente
un factor externo o interno que atenta contra su identidad y su conservación.
Los funcionalistas agregarán, entonces, la función "narcotizante" o contaminante de la televisión y otros formatos masivos, porque impiden la participación directa de la gente de las instituciones sociales (los partidos políticos, la justicia, las organizaciones intermedias, educativas y culturales, etc.) En relación con la terminología de las ciencias naturales, los medios serían algo así como un agente contaminante en el circuito social, así como existen agentes contaminantes de la atmósfera en el ecosistema.
Otro concepto derivado de
las ciencias biológicas es la concepción de investigar los hechos como
observador externo a lo que ocurre. Así como en las ciencias naturales hay
experimentos de laboratorio, los funcionalistas idearon modos de investigar en
donde se aísla a la gente se su propio contexto y se investiga su
comportamiento "de afuera" a través de vidrios espejados.
También pertenecen a este
esquema los mitos de objetividad y neutralidad en las ciencias sociales. Se
supone que quien investiga debe involucrarse lo menos posible y que existe una
verdad objetiva a la cual hay que aspirar. Reiteramos que la subjetividad
es intrínseca a cualquier actividad humana y es imposible desprendernos de ella
para analizar un fenómeno.
Esquema de comunicación diseñado por los teóricos funcionalistas
Esquema de comunicación diseñado por los teóricos funcionalistas
El esquema de comunicación (que en la teoría Hipodérmica se reducía a emisor - receptor- estímulo - respuesta) comienza a ampliarse. Aparece Lasswell, en 1948 con un esquema que describía cualquier acto de comunicación respondiendo a las siguientes preguntas.
Quien? Dice qué? A quién? Con qué efectos?
Emisor - Referente - Receptores - Feed Back
EL funcionalismo se centra en la conservación del sistema social. Para eso, evalúa cualquier mensaje (dentro y fuera de los medios de comunicación) como funcional o disfuncional al sistema: los emisores siguen manejando los efectos o respuestas pero el público ya no es considerado homogéneo y habrá diferentes respuestas según el grupo al cual el mensaje se dirija.
El emisor regula o prevé las respuestas a partir de conocer las distintas subdivisiones del público. De allí deriva una corriente relativamente nueva en comunicación, que comenzó con la evaluación de las audiencias y el rating (década del '60), pero se consolidó dos décadas más tarde. Se trata del Marketing, que subdivide o segmenta los públicos para conocerlos mejor y así lograr, con mayor eficiencia, la respuesta deseada.
Según el criterio de marketing, los públicos pueden agruparse por distintos factores. Se toman en cuenta aquellos que servirán para el consumo específico de un producto, servicio o espectáculo.
Muy relacionado con el marketing esta la medición
del rating (televisión) o audiencia (radio)
Rating: se conecta en inglés con "rate": tarifa, valuación, cuota o ración. El rating mide que cuota de público total ha elegido un medio de comunicación. Se evalúa por puntaje o cuotas. Se estima que un punto de rating equivale a 100.000 espectadores u oyentes.
Pensamos que invertir en publicidad significa "comprar un espacio" en algún medio. Pero ¿qué venden los medios a través de ese espacio? Los medios "venden" público. Por eso los espectadores en medios con mucha recepción son más caros que los menos consumidos. Aún dentro de un mismo diario, por ejemplo, el valor de un simple aviso clasificado tiene diferencia de tarifa entre un día de la semana y la tirada dominical, que es mayor.
Las tiradas de los medios gráficos son relativamente comprobables (se puede "contar" la cantidad de ejemplares impresos y devueltos) También se puede calcular los espectadores del cine o el teatro, simplemente contando las entradas vendidas. Pero la medición de oyentes en radio y espectadores de televisión es mucho más compleja y variada.
Rating: se conecta en inglés con "rate": tarifa, valuación, cuota o ración. El rating mide que cuota de público total ha elegido un medio de comunicación. Se evalúa por puntaje o cuotas. Se estima que un punto de rating equivale a 100.000 espectadores u oyentes.
Pensamos que invertir en publicidad significa "comprar un espacio" en algún medio. Pero ¿qué venden los medios a través de ese espacio? Los medios "venden" público. Por eso los espectadores en medios con mucha recepción son más caros que los menos consumidos. Aún dentro de un mismo diario, por ejemplo, el valor de un simple aviso clasificado tiene diferencia de tarifa entre un día de la semana y la tirada dominical, que es mayor.
Las tiradas de los medios gráficos son relativamente comprobables (se puede "contar" la cantidad de ejemplares impresos y devueltos) También se puede calcular los espectadores del cine o el teatro, simplemente contando las entradas vendidas. Pero la medición de oyentes en radio y espectadores de televisión es mucho más compleja y variada.
fragmento del libro "Teoría de la comunicación"
Gabriela R. Cicalese, La Crujía - Editorial Stella
Gabriela R. Cicalese, La Crujía - Editorial Stella
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